A pesar de todo la desdicha que estás viviendo, quieres dar vida a toda costa, lanzándote en paracaídas si hace falta, encomendándote a todas las vírgenes y santos, realizando rituales, haciendo el pino, e incluso pedimos un crédito al banco para costear todo el tratamiento de fecundación o reproducción asistida.
En todo caso, siempre podemos optar por varias vías: tratamientos asistidos, adopción, vientre de alquiler (no legal en España), aceptar que el destino es no tener hijos o buscar ayuda en las terapias alternativas. La mayoría de parejas, o mujeres solas, deciden asistir a clínicas y centros de reproducción asistida y fertilidad, teniendo sólo en cuenta que el principal motivo de no concebir es puramente físico, y negando que haya un conflicto emocional de fondo que esté bloqueando el embarazarse. Durante las pruebas de fertilidad los resultados pueden ser que ambos miembros de la pareja sean fértiles, sin patología visible. A partir de aquí podría empezar a surgir la duda de que probablemente sea un problema psicológico y emocional.
Sorprendentemente, la mayoría de casos en los que no se logra el embarazo o de que hay abortos naturales o espontáneos, es derivado de conflictos emocionales. Cada día el campo de la psicología y la medicina acepta y adopta más la teoría de que nuestros sentimientos, nuestras emociones y nuestras energías dominan nuestro cuerpo. Esta parte de nosotros es la que regula nuestra salud física. Quiero decir que una enfermedad o una patología física es el síntoma de que algún conflicto emocional no está resuelto o no está bien elaborado.
Tal y como dice el psicoterapéuta Christian Flèche, “cada órgano dañado, responde a un sentimiento”. Nuestro útero puede estar perfectamente dañado porque existe un asunto en nuestra vida sin resolver, una parte de nosotras que no ha sanado.
Desde las Constelaciones familiares, decimos que la vida es el regalo más preciado que nos dan nuestros padres. Tomamos esa vida tal y como nos llega, la aceptamos y les honramos por ello. Hablamos de uno de los 3 principios de los Ordenes del Amor que rigen esta terapia sistémica. Los padres nos dan la vida y los hijos la reciben. Después nosotros daremos esa vida a nuestros hijos; y nuestros hijos a sus hijos; y así de generación en generación. De ahí nuestra necesidad en algún momento de nuestra vida en querer dar vida a otro ser, por eso queremos ser madre (o padre). Cuando no logramos dar esa vida, hemos de mirar el por qué. Por ejemplo. la mujer que pudo concebir y perdió el bebé durante el embarazo, de manera espontánea o provocado, después no logra concebir.
¿Por qué? Desde la mirada sistémica observamos cómo está colocada esa mujer ante ese hijo no nacido. Me encuentro en muchos casos que ella está sujetando a su hijo y aún no lo ha dejado ir en paz, no lo ha soltado y no se ha despedido. Es decir, no ha realizado el duelo correctamente. Por lo que esa retención de ese niño o niña no nacido no puede dar lugar a otro ser, a otro embarazo. Cuando la mujer se despide del hijo/hija y lo deja ir en paz, se libera y su útero vuelvo a estar disponible para concebir nuevamente. También me he encontrado algún caso en los que la mujer nunca se quedaba embarazada e indagando en su sistema familiar, descubrimos que su madre nunca quiso tener hijos, pero se quedó embarazada de ella sin buscarlo. Inconscientemente, y por lealtad ciega a su madre, siguiendo sus deseos, ella no logra embarazarse. Para ello necesita entender y aceptar por qué su madre no quería, y después recibir el permiso de su progenitora para fecundar de manera natural. Todos estos movimientos se hacen desde el corazón, desde la propia alma, visualizándolo a través de muñecos, que representan a tu sistema familiar, o plantillas en el suelo. El proceso es tremendamente liberador.
Si quieres saber más o directamente solicitar una sesión de 30 minutos gratuita, puedes ponerte en contacto conmigo a través de este formulario: